Retroalimentación para el aprendizaje
La retroalimentación es una de las acciones
pedagógicas que más influye en el aprendizaje de los estudiantes, por lo que
forma parte esencial del proceso de
evaluación.
Para que una retroalimentación sea efectiva
y promueva el aprendizaje de los estudiantes, es necesario que responda las
siguientes preguntas (Hattie y Timperley, 2007):
- ¿Dónde debe llegar el estudiante? ¿Cuál es la meta? (Feed Up)
- ¿Cómo se está desempeñando el estudiante? ¿Dónde se encuentra? (Feed Back)
- ¿Cómo debe seguir? ¿Qué debe hacer a continuación? (Feed Forward)
El CNEB señala que “la retroalimentación consiste en devolver al estudiante información que
describa sus logros o progresos en relación con los niveles esperados para cada competencia.
Esta información le permite comparar lo que debió hacer y lo que intentó lograr con lo que
efectivamente hizo. Además, debe basarse en criterios claros y compartidos, ofrecer modelos de
trabajo o procedimientos para que el estudiante revise o corrija”.
Así también, el CNEB señala que “la retroalimentación permite a los docentes prestar más
atención a los procedimientos que emplean los estudiantes para ejecutar una tarea, las dificultades
y avances que presentan. Con esta información pueden ajustar sus estrategias de enseñanza para
satisfacer las necesidades identificadas en los estudiantes y diseñar nuevas situaciones
significativas, replantear sus estrategias, corregir su metodología, replantear la manera de
relacionarse con sus estudiantes, saber qué debe enfatizar y cómo, entre otros, de modo que
permita acortar la brecha entre el nivel actual del estudiante y el nivel esperado”. (Ministerio de
Educación 2016, p 181)
El objetivo de la retroalimentación, en el marco de la evaluación formativa, es ayudar al estudiante
a comprender sus modos de aprender, a valorar sus procesos y resultados y a autorregular su
aprendizaje. En ese sentido, la retroalimentación contribuye a la construcción de autonomía a
través de procesos de reflexión que motiva a los estudiantes a resolver problemas, crear nuevas
producciones, replantear sus trabajos, aprender a identificar sus estrategias de aprendizaje,
identificar sus logros y necesidades, así como desarrollar de manera consciente una
autoevaluación de lo que aprende y cómo aprende.
Para ser efectiva, la retroalimentación formativa debe ser descriptiva. Su objetivo
tiene que estar puesto en señalar las fortalezas y debilidades observadas en los trabajos de los
estudiantes a fin de identificar o construir con ellos los próximos pasos a realizar para seguir
progresando aún más. Esta característica descriptiva y específica se contrapone a la
retroalimentación tradicional cuyo centro es la corrección de las repuestas y tareas
encomendadas y el comportamiento de los alumnos (y no el análisis del trabajo o producto
realizado). La retroalimentación formativa debe apoyar el proceso de aprendizaje y para ello debe
ser constructiva, oportunamente comunicada, siempre creíble y genuina.
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Prof. Rosales Gomero